EDDARD
La
situación de Bastión de Tormentas era límite cuando Ned y su ejército llegaron.
El asedio de Lord Mace Tyrell había dejado el lugar incomunicado y sin
posibilidad de abastecerse, por lo que la guarnición hubo de alimentarse con
caballos, perros y gatos. Se decía que incluso habían comido carne humana, pero
Eddard prefirió pensar que no fue así. Gracias a un contrabandista, un tal Davos
Seaworth, pudieron resistir hasta que Ned apareció con refuerzos. Davos penetró
en Bastión de Tormentas con un cargamento de cebollas y pescado en salazón, una
bendición para la agotada guarnición. A la hora de
ayudar a Stannis, el hermano de Robert, Ned y sus hombres lo hicieron de
manera pacífica. Eddard se sentía satisfecho de ello porque ya no podía
soportar más derramamiento de sangre. La visión de Elia Martell y sus hijos fue
la gota que colmó el vaso de tanta violencia. Una cosa era un campo de batalla
y otra asesinar a una mujer y unos niños a sangre fría. Al menos la guerra se
daba por acabada en Bastión, aunque el paradero de su hermana seguía siendo un
misterio. Era el último cabo que atar. Muerto Rhaegar, ¿quién podía saber dónde
estaba Lyanna? Había perdido toda esperanza de encontrarla tras un año. Era
desesperante… Robert decía que también quería encontrarla pero, ahora que ya
era efectivamente rey, parecía más preocupado en matar a los Targaryen que
quedaban. De hecho, una vez levantado el asedio, Stannis marchó hacia
Rocadragón, donde la reina Rhaella, que estaba embarazada, y su hijo Viserys,
se habían refugiado antes del saqueo de Desembarco. En su fuero interno, Ned
deseaba que esa expedición fracasara. Recordó cómo se había despedido de su
amigo. En parte, no sentía de corazón las duras palabras que le dirigió, aunque
sí que estaba disgustado con la manera de llevar todo lo relacionado con la
familia real. Lo único que admiraba de él era su capacidad para perdonar a
gente como Jaime Lannister o el Consejero de los Rumores de Aerys, el extraño
lyseno Varys, apodado La Araña. Ned
no se consideraba una persona rencorosa, pero sí justa, y lo del joven
Lannister lo sacaba de quicio: no hizo nada por evitar la muerte de su padre y
su hermano, mató a Aeyrs por la espalda… ¿Se podía confiar en alguien así, en un Matarreyes? La podredumbre de la capital
le asqueaba, toda esa gente llena de secretos, intrigas y oscuros intereses. Su
pelea con Robert era la mejor excusa para no volver allí jamás. Ni siquiera le
pidió ser su Mano, cosa que le daba igual y hasta agradecía. Deseaba volver a
Invernalia con su esposa y disfrutar de su matrimonio. No pedía nada más para
ser feliz: sólo encontrar a Lyanna.
Estaba
en el patio de armas con Ethan Glover y Willam Dustin, con los que se alternaba
para practicar con la espada. Howland Reed, el lacustre que conocieron en
Harrenhal, se unió a ellos. Desde el primer momento apoyó a Eddard en la
guerra. No en vano, Lyanna lo había defendido de sus agresores y quería hacer
algo por la causa. Eddard observaba el combate entre Ethan y Willam cuando un
joven se acercó con un pergamino. «Señor, un cuervo ha llegado procedente de
Desembarco.» Llevaba un lacre con el venado coronado. Robert le escribía y él
no tenía ganas de saber qué quería. Posiblemente le iba a pedir, o mejor,
ordenar que volviera a la capital una vez levantado el asedio. Robert lo conocía bien y sabía que él jamás
desobedecería una petición hecha por su rey. Tomó el mensaje de mala gana y no
lo abrió.
Terminado
el entrenamiento, se fue a sus aposentos. Sacó de nuevo el pergamino y lo miró
recelo. Empezó a rasgarlo sin abrir, pero se arrepintió en el último momento. Entonces
rompió el lacre y se dispuso a leer su contenido:
«Robert Baratheon, el primero de su nombre, Rey de
los Ándalos y los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señor de los Siete Reinos y Protector del Reino.
Eddard, amigo:
Nuestra despedida no fue la más
amistosa y sé que tú también estarás dolido por ello. No me arrepiento de nada
de lo que he hecho, ni busco tampoco tu aprobación, pero sí que es cierto que
nadie más que yo desea encontrar a nuestra querida Lyanna. El motivo de esta
carta es comunicarte que, gracias a mi Consejero de los Rumores, hay pistas
certeras de su paradero. Por esta razón te pido que vayas hasta Dorne y busques
un torreón conocido como La Torre de la Alegría. Por mediación de Lord Varys encontramos
ciertos testigos que nos aseguraron que Ser Arthur Dayne, el Lord Comandante
Gerold Hightower y Ser Oswell Whent fueron allí poco después del asesinato de
tu padre y tu hermano. Nadie supo su misión, pero la relación con Rhaegar es
bastante clara. No me pidas saber cómo he obtenido esta información, pero no te
negaré que la tortura para obtener los testimonios ha sido más que necesaria.
Espero que no me lo reproches y traigas de vuelta a Lyanna a Desembarco. Ella
no querría vernos disgustados.
Tu hermano para siempre,
Robert Baratheon»
Al fin noticias sobre Lyanna. ¿Serían
verdad? Salió del cuarto y encargó a un sirviente buscar a cinco de sus mejores
hombres: Willam Dustin, Ethan
Glover, Martyn Cassel, Theo Wull y Mark Ryswell.
Partirían a la mañana siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario