AVISO

Este fic contiene sólo especulación. Se basa en diversas teorías que hay por la red. Si no quieres que se te desvele nada que creas importante, no lo leas. Pero insisto: no dice nada que se haya escrito y/o publicado aún. Todos los personajes y lugares pertenecen a G.R.R. Martin.

jueves, 24 de enero de 2013

Capítulo 42


EDDARD
            La situación de Bastión de Tormentas era límite cuando Ned y su ejército llegaron. El asedio de Lord Mace Tyrell había dejado el lugar incomunicado y sin posibilidad de abastecerse, por lo que la guarnición hubo de alimentarse con caballos, perros y gatos. Se decía que incluso habían comido carne humana, pero Eddard prefirió pensar que no fue así. Gracias a un contrabandista, un tal Davos Seaworth, pudieron resistir hasta que Ned apareció con refuerzos. Davos penetró en Bastión de Tormentas con un cargamento de cebollas y pescado en salazón, una bendición para la agotada guarnición. A la hora de ayudar a Stannis, el hermano de Robert, Ned y sus hombres lo hicieron de manera pacífica. Eddard se sentía satisfecho de ello porque ya no podía soportar más derramamiento de sangre. La visión de Elia Martell y sus hijos fue la gota que colmó el vaso de tanta violencia. Una cosa era un campo de batalla y otra asesinar a una mujer y unos niños a sangre fría. Al menos la guerra se daba por acabada en Bastión, aunque el paradero de su hermana seguía siendo un misterio. Era el último cabo que atar. Muerto Rhaegar, ¿quién podía saber dónde estaba Lyanna? Había perdido toda esperanza de encontrarla tras un año. Era desesperante… Robert decía que también quería encontrarla pero, ahora que ya era efectivamente rey, parecía más preocupado en matar a los Targaryen que quedaban. De hecho, una vez levantado el asedio, Stannis marchó hacia Rocadragón, donde la reina Rhaella, que estaba embarazada, y su hijo Viserys, se habían refugiado antes del saqueo de Desembarco. En su fuero interno, Ned deseaba que esa expedición fracasara. Recordó cómo se había despedido de su amigo. En parte, no sentía de corazón las duras palabras que le dirigió, aunque sí que estaba disgustado con la manera de llevar todo lo relacionado con la familia real. Lo único que admiraba de él era su capacidad para perdonar a gente como Jaime Lannister o el Consejero de los Rumores de Aerys, el extraño lyseno Varys, apodado La Araña. Ned no se consideraba una persona rencorosa, pero sí justa, y lo del joven Lannister lo sacaba de quicio: no hizo nada por evitar la muerte de su padre y su hermano, mató a Aeyrs por la espalda… ¿Se podía confiar en alguien así, en un Matarreyes? La podredumbre de la capital le asqueaba, toda esa gente llena de secretos, intrigas y oscuros intereses. Su pelea con Robert era la mejor excusa para no volver allí jamás. Ni siquiera le pidió ser su Mano, cosa que le daba igual y hasta agradecía. Deseaba volver a Invernalia con su esposa y disfrutar de su matrimonio. No pedía nada más para ser feliz: sólo encontrar a Lyanna.

            Estaba en el patio de armas con Ethan Glover y Willam Dustin, con los que se alternaba para practicar con la espada. Howland Reed, el lacustre que conocieron en Harrenhal, se unió a ellos. Desde el primer momento apoyó a Eddard en la guerra. No en vano, Lyanna lo había defendido de sus agresores y quería hacer algo por la causa. Eddard observaba el combate entre Ethan y Willam cuando un joven se acercó con un pergamino. «Señor, un cuervo ha llegado procedente de Desembarco.» Llevaba un lacre con el venado coronado. Robert le escribía y él no tenía ganas de saber qué quería. Posiblemente le iba a pedir, o mejor, ordenar que volviera a la capital una vez levantado el asedio. Robert lo conocía bien y sabía que él jamás desobedecería una petición hecha por su rey. Tomó el mensaje de mala gana y no lo abrió. 
            Terminado el entrenamiento, se fue a sus aposentos. Sacó de nuevo el pergamino y lo miró recelo. Empezó a rasgarlo sin abrir, pero se arrepintió en el último momento. Entonces rompió el lacre y se dispuso a leer su contenido: 
«Robert  Baratheon, el primero de su nombre, Rey de los Ándalos y los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señor de los Siete Reinos y Protector del Reino.
             Eddard, amigo:
            Nuestra despedida no fue la más amistosa y sé que tú también estarás dolido por ello. No me arrepiento de nada de lo que he hecho, ni busco tampoco tu aprobación, pero sí que es cierto que nadie más que yo desea encontrar a nuestra querida Lyanna. El motivo de esta carta es comunicarte que, gracias a mi Consejero de los Rumores, hay pistas certeras de su paradero. Por esta razón te pido que vayas hasta Dorne y busques un torreón conocido como La Torre de la Alegría. Por mediación de Lord Varys encontramos ciertos testigos que nos aseguraron que Ser Arthur Dayne, el Lord Comandante Gerold Hightower y Ser Oswell Whent fueron allí poco después del asesinato de tu padre y tu hermano. Nadie supo su misión, pero la relación con Rhaegar es bastante clara. No me pidas saber cómo he obtenido esta información, pero no te negaré que la tortura para obtener los testimonios ha sido más que necesaria. Espero que no me lo reproches y traigas de vuelta a Lyanna a Desembarco. Ella no querría vernos disgustados.
Tu hermano para siempre,
Robert Baratheon»

Al fin noticias sobre Lyanna. ¿Serían verdad? Salió del cuarto y encargó a un sirviente buscar a cinco de sus mejores hombres: Willam Dustin, Ethan Glover, Martyn Cassel, Theo Wull y Mark Ryswell. Partirían a la mañana siguiente.

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